LAS CRÓNICAS DEL TEMPLO NEGRO de Glauconar Yue
Son una serie de textos muy
antiguos, (acaso tan antiguos como Pangea) casi como un génesis apócrifo de un
planeta Tierra que parece otro mundo; como si fuera el primer capítulo de la
enciclopedia mencionada en Tlön Uqbar
Orbis Tertius de Borges, famosa y perdida enciclopedia de otro mundo que
pronto infectara este.
Sobre esos textos el autor nos
plantea sus interpretaciones y su ambigüedad, nos lo propone como tema de
investigación activa, no solo de lectura crédula, sino que nos encontramos
siendo un personaje más del relato, un personaje que es escéptico y juez. Es un
juego de ajedrez del escritor y el lector, en el que si parpadeamos podemos
perder miserablemente. Es además un génesis no escrito por hombres sino por
dioses. No revelado a ellos, sino descubierto, acaso por accidente, por
aquellos a los que acaso no les está dado entenderlo.
Es un libro tan diferente al primero de Glauconar que parece
otro autor, solo reconocemos como familiar el virtuosismo del lenguaje (aunque
es otro estilo) y la brevedad del texto.
Lo que más he disfrutado de la novela son dos altos
momentos:
Cuando el autor juega con lo narrado, por ejemplo con la
identidad de dos personajes confundiéndolos en uno, fue simplemente fascinante,
juego que no sé cómo logró hacer, pero sé que es como la alquimia de un
científico loco que jugara con palabras, sintaxis y semántica para crear vida
de las inertes letras del alfabeto, eso que puede hacer la literatura que la
narración no puede y que, según el primer Wittgenstein, el lenguaje no debería hacer: decir lo que es imposible de
experimentar en el mundo real. Como el químico crea nuevas sustancias y
materiales partiendo de los mismos ordinarios materiales de la cotidiana
materia, esto solo posible por haber llegado al fondo de lo que es la relación
cosas y palabras. No se refleja la realidad sino que se crean nuevas sustancias
con las palabras, y digo realidad pues todo lo real es lo que está presente, y
desde que Glauconar escribió “Las crónicas”
existe ese arquetipo o la sombra de aquel bajo a nuestro pobre mundo.
Otro momento de gran belleza, próximo al final, son unos
capítulos poéticos, aquí lo bello se sobrepone al protagonismo de lo raro. De ese amplio mundo, creado o descubierto,
por Glauconar les dejo un granito de arena: