domingo, agosto 12, 2007

GENETICA Y RACISMO



EL RACISMO NO TIENE FUNDAMENTO CIENTÍFICO

Hace millones de años se inició la vida al formarse las primeras moléculas de ADN. El ADN está formado por 2 cadenas de moléculas, de unión estable, y tiene una curiosa cualidad sin la cual la vida no se habría desarrollado: al separarse las cadenas, una de ellas sirve de molde para que se agreguen moléculas flotantes del medio, de modo que al final tenemos dos cadenas idénticas a la anterior. La primera cualidad de la vida apareció con el primer ADN: LA REPRODUCCIÓN.

Entonces, en el comienzo de la vida teníamos cadenas de ADN que se multiplicaban a sí mismas usando como molde una de sus mitades; esto no lo hacían intencionalmente, sino que era una consecuencia natural de su estructura y composición química. Esas cadenas de ADN podían tener diversa composición y, al multiplicarse, no siempre las copias eran fieles, por errores en la copia y perturbaciones ambientales de diversa índole. Entonces, luego de un breve tiempo, teníamos cadenas de ADN de diversa composición y estructura, además de distinta características químicas; así apareció otro rasgo de la vida: LA BIODIVERSIDAD.

La formación de nuevas moléculas de ADN estaba en función de un stock finito de moléculas libres o de aquéllas que quedaban al desintegrarse otras cadenas. Dado que los ADNs tenían una composición química diferente y por lo tanto características fisicoquímicas diferentes y, por las mismas, algunas se replicaban más rápido que otras. Es razonable pensar que, con el tiempo, hubo más de las rápidas que de las lentas. También algunas eran más capaces de sobrevivir a condiciones “difíciles” o de aprovechar mejor las moléculas del entorno. También es razonable pensar que con el tiempo fueran más numerosas. Así, otra cualidad de la vida estuvo presente desde los primeros momentos del origen químico de la vida, en esa hipotética sopa inicial: LA ADAPTACIÓN. Esto significa que cualquier carácter que ayude a la reproducción primará en el futuro, lo que es una consecuencia lógica de la dinámica genética, similar a decir que los que corran más rápido tendrán más probabilidades de llegar primeros a la meta.

No hay teleología en la naturaleza. Con el tiempo ya no encontramos los ADNs desnudos, sino especies; ellas conservan, sin embargo, las mismas características de la vida adquiridas en la primitiva vida química, y en el centro de sus células, como un tesoro, conservan el ADN que las identifica y –algunos dicen– conducen. Por el viejo mecanismo de mutación y selección, algunas especies adquirieron sistemas de acumulación de diversidad (reproducción sexual, mecanismos contra la endogamia, recombinación con el diferente, etc.) y otras no. Dado que la diversidad implica que las especies van a tener más alternativas de respuesta a un medio siempre cambiante, lo que les resulta ventajoso a largo plazo, es lógico esperar que estos sistemas prevalecieran en el tiempo y así ocurrió, pues actualmente casi todas las especies incluyen mecanismos de acumulación de diversidad.

¿QUÉ ES UNA ESPECIE?
Una especie es una “republica del sexo”; no somos de la misma especie que el geranio por la simple razón de que no podemos “cruzarnos” con él. Nuestros linajes genéticos están divorciados como las aguas de dos ríos que nunca se tocan.

ORIGEN DE LA RAZA HUMANA
Hubo hace mucho tiempo (unos 200 000 años) una población de protohumanos. Su especie, como todas las demás –desde el virus de la gripe hasta el delfín–, fue una población de individuos con un paquete genético que les permitía interactuar con el mundo de modo “provechoso”, no en un sentido teleológico, como expliqué antes, sino para producir seres que pudieran seguir intercambiando con el mundo de modo provechoso (la razón de por qué la vida hace esto es simplemente porque es más probable que esto ocurra). Hace mucho tiempo, una mujer de esa especie de protohumanos en África tuvo varios hijos y, por alguna razón aún desconocida, sus hijos no podían reproducirse con los demás, así como nosotros no podemos reproducirnos con el geranio; al separarse su linaje de los demás daba origen a una nueva especie, nuestra especie. Ése fue el único momento en el que estuvimos cerca de ser una raza pura (si se entiende por raza pura uniformidad genética). Al margen de esto, sus hijos no eran diferentes en nada de los que los rodeaban; sin embargo, su variabilidad genética era muy baja, lo que nos puso en una circunstancia peligrosa; pero esta situación duraría poco, pues nuestra especie empezó a acumular diversidad genética y a hacerse cada vez más diferente de los otros. Una especie es como un banco de diversidad, con múltiples versiones de lo que un individuo puede ser, cada vez más y más rico; en la actualidad hay tanta diversidad en la especie humana que la suma de todas las combinaciones posibles de hombres es mayor que el número de electrones y neutrones del mundo conocido. Algunos rasgos eran mejores que otros, pero la lógica natural es que es mejor acumular una gran cantidad de diversidad genética, que elegir una sola versión, útil quizás sólo transitoriamente. Sus descendientes se expandieron por todo el mundo y siguieron acumulando diversidad genética, en su viaje se mezclaron una y otra vez.

Cada uno de nosotros, no importa el origen, desciende de esa mujer, todos somos descendientes de emigrantes africanos. En su camino de adaptación algunos rasgos cambiaron, por ejemplo, el color de piel; este hecho, asombrosamente, tendría gran importancia y relevancia, y es la razón por la que estamos esta noche aquí reunidos. LA PIEL: nuestra especie no tenía mucho pelo por razones aún desconocidas, la luz, al entrar por la piel, ayuda a la síntesis de vitamina D; lo malo es que el exceso de luz destruye el ácido fólico corporal. Además, la luz solar contiene luz ultravioleta, una radiación de alta energía que es muy absorbida por el ADN; como los genes están hechos de ADN, esto resulta muy perjudicial. La solución que halló la especie fue un bloqueador solar natural, la melanina (mejor que cualquier otra sustancia para este fin), que da color a la piel de todos los seres humanos. La solución de compromiso sería la de evolucionar para que la piel fuera tan oscura que pudiera proteger contra la destrucción del ácido fólico, pero no tanto como para impedir la biosíntesis de la vitamina D. Eso explica por qué, donde hay poca luz, la gente es más “blanca” y, donde hay más, la gente es más “negra” (a excepción de los esquimales, pero eso es porque su dieta –pescado crudo– abunda en vitamina D y no necesitan de la luz para obtenerla).

CONCEPTOS PSEUDOCIENTÍFICOS DEL RACISMO

EXISTEN 4 RAZAS HUMANAS
FALSO. Puesto que raza es un concepto social y no científico, cualquier intento para establecer líneas de separación entre poblaciones biológicas es tan arbitrario como dividir a los humanos por si son zurdos o diestros o por la inicial de sus apellidos. Las diferencias genéticas entre individuos de distintas “razas” son menores al 0,01%, cuantitativamente iguales o inferiores de las que pueden existir entre individuos diferentes de una misma “raza”. La biología molecular ha demostrado que la mezcla de las razas humanas ha sido constante; el árbol genealógico de las variedades humanas es un raro árbol, pues sus ramas no sólo se bifurcan, también se reúnen y funden unas con otras, salen nodos y se mezclan otra vez.

COMPITEN RAZAS Y VENCE LA MEJOR
FALSO. No se preservan las “mejores razas”, sino los rasgos mejores que están en todas las variedades humanas. Al ponerse en contacto dos “razas” no desaparece una, sino que desaparecen los rasgos desfavorables en cada una. Por ejemplo, si la inteligencia fuese un rasgo
favorable y se mezclaran dos razas A y B, no se eliminarían ni A ni B, sino los individuos menos inteligentes de cada una. Una prueba de esto es que, en la historia universal, los vencedores no eliminan a las mujeres de los vencidos y se mezclan con ellas. Además, la eliminación de genes es un evento raro, lo común es la acumulación de ellos.

“LOS BLANCOS SON DE NACIMIENTO MÁS INTELIGENTES”
Falso. Se han descubierto diferentes promedios de CI en las razas humanas:
RAZA PUNTOS DE CI (Coeficiente Intelectual)
Negra 85 puntos
Blanca 100
Amarilla 110
Amerindia (no hay datos)
Los blancos son, en promedio, más inteligentes que los negros, no por razones genéticas sino culturales o medioambientales. Se ha descubierto una influencia de los genes en un 60% en el CI y de 40% del medio ambiente. Dado que el medio ambiente puede elevar o disminuir la inteligencia en un 40%, no se puede saber si esa diferencia de 15 puntos es producida por razones ambientales, genéticas o ambas; podría ser que los negros fueran genéticamente más dotados que los blancos, pero que el medio ambiente reduzca su inteligencia. Es como la talla, es genética y es ambiental; si comparamos a un niño mal nutrido frente a su gemelo (genéticamente idéntico) bien nutrido, veremos diferencias de talla; sería equivocado afirmar que uno es más pequeño por razones genéticas, dado que la genética pesa en la talla. Por otro lado, el nivel socioeconómico y la autoestima pueden disminuir o elevar el CI. Por ejemplo, en gemelos separados por la adopción, los que se criaron en familias pobres resultaron menos inteligentes y con peor rendimiento escolar que los criados por familias acomodadas (Hestein and Murray). También se ha demostrado que la discriminación a castas tratadas como inferiores puede reducir el CI de 10-15 puntos.

“LAS RAZAS PURAS SON SUPERIORES A LAS MESTIZAS”
FALSO, y contradice el fenómeno del vigor híbrido: cuando se cruzan dos variedades puras, la descendencia es fisiológicamente superior a sus progenitores. Aunque en los seres humanos estos fenómenos no ocurren pues no hay razas o variedades puras, todos somos híbridos.

LA EVOLUCIÓN ES COMPETENCIA, PREVALECIENDO EL MÁS
FUERTE
FALSO. Lo que es positivo es que, dentro de la especie, abunde la diversidad, pues esto ayuda a la especie a afrontar diferentes situaciones y eventualidades del medio ambiente siempre cambiante. Las variaciones no están en competencia; en la gran mayoría de genes una variación vale tanto como la otra. Por ejemplo, los grupos sanguíneos A, B y O valen lo mismo, no hay un lucha entre ellos, así con casi todos los genes y sus variaciones. Si la competencia fuera la lógica en evolución no habría variedades, pues sólo habría una por gen (por ejemplo, sólo habría un grupo sanguíneo), y además habría una sola especie en el planeta, que habría vencido a las demás en la “lucha por la vida”, pero no ocurre así. Hay una enorme diversidad de especies en el planeta, millones de variantes; la lógica de la vida es devenir, variar y mutar, pues se está adaptando a un mundo que deviene, varía y muta.

BIÓLOGO LUIS ARBAIZA
dnarb9000@yahoo.com